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lunes, 7 de enero de 2013

Relato erótico para despedir la Navidad

¿Estás dormida? Mejor... Sientes que una caricia baja por tu espalda recorriendo tu columna, como un escalofrío. La yema de un dedo que se desliza lenta y suavemente como un susurro, un contacto que basta para introducirse en tu sueño pero no para despertare. Dedo travieso y furtivo que sigue bajando aun cuando tu espalda se ha acabado, rozándote apenas ambos cachetes a la vez, dibujando la línea que los separa. Despertando cada una de tus terminaciones nerviosas, intensificando tus sensaciones, perdiendo el control de tu cuerpo aun dormido. Separas levemente las piernas en un reflejo involuntario, abriendo el camino a la meta de ese travieso peregrino que aprovecha agradecido el favor de encontrar ese refugio en esta húmeda noche introduciéndose muy lentamente dentro de el... dentro de ti... Desdoblándose en un compañero que sigue camino entre tus labios en busca de otro tesoro aun mayor..

Despiertas de tu sueño exaltada y excitada descubriendo que no es tal sueño, que esta a tu lado completamente erecta, ancha y dura con la suave cabeza palpitando por la excitación y el deseo.

Giras sobre ti misma sin poder despegar tus ojos de ella como en un hipnótico sueño del que no quieres despertar. Tu mano que no responde a tus razón sino a tu deseo se extiende hacia ella lenta y temerosa hasta acariciarla mientras esos dedos traviesos, sabiéndote ya despierta, entran y salen. Acarician. Aprietan y vuelven a entrar en un continuo movimiento siempre diferente aumentando el ritmo y la intensidad al son de tus latidos. Que retumban en tus oídos cada vez que esos malditos dedos se introducen en lo mas profundo de tu ser. Tu mano, ya completamente dueña de si misma, sube y baja con frenesí por ese extraño juguete que se ha encontrado cada vez mas dura, a punto de estallar..Cierras los ojos entregándote al placer, moviendo las caderas, acompañando la mano que te lo produce con tu propia mano. 
Y entonces ocurre... Algo cálido se derrama por tu mano haciendo el vaivén de tus movimientos más suave en el preciso instante en el que tu cuerpo tiembla y se estremece. Arqueas la espalda sin poder abrir los ojos, reprimiendo un grito que se escapa ahogado sintiendo como si toda tu vida saliese por entre esos dedos y después te volviese a llenar.


Ya mas tranquila tumbada encima dejando descansar todo el peso de tu cuerpo con ella en la mano aun erecta colocándola entre tus labios humedecidos, sintiendo su calor. Te fundes en un abrazo y un profuso beso antes de entregarte al olvido descansando la la cabeza en el pecho cierras los ojos con una sonrisa de satisfacción.


Algo te despierta, aun es de noche, todo ha sido un sueño? Entonces lo oyes, el tintineo de unos cascabeles a tiempo de ver pasar por tu ventana la sombra de un enorme trineo dejando atrás el eco de una risa grave y melódica...


HO, HO, HO! FELIZ NAVIDAD!

Este relato nos lo ha enviado un lector muy querido por Sexo en la Piel. ¡Muchas gracias!



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