Encontramos personas manipuladoras en las relaciones amorosas, de amistad, de trabajo... El primer paso para evitar su efecto es reconocerlas y detectarlas a tiempo. Podemos determinar 30 características, 4 de las cuales son consecuencia de las otras 26. Un individuo al que calificamos de manipulador actúa como mínimo conforme a una decena de características:
- Culpabiliza a los demás en nombre del vínculo familiar, de la amistad, del amor, de la conciencia profesional, etc.
- Traslada su responsabilidad a los demás o se desentiende de sus propias responsabilidades
- No comunica claramente sus demandas, necesidades, sentimientos y opiniones
- Responde muy a menudo de forma confusa
- Cambia de opinión, de comportamiento y de sentimientos según las personas o las situaciones
- Invoca razones lógicas para enmascarar sus demandas
- Hace creer a los demás que tienen que ser perfectos, que no deben cambiar nunca de opinión, que deben saberlo todo y responder inmediatamente a las demandas y las preguntas
- Pone en duda las cualidades, la competencia y la personalidad de los demás; critica sin parecer que lo hace, desvaloriza y juzga
- Hace transmitir sus mensajes a otros o los comunica de forma indirecta (por teléfono en lugar de cara a cara, dejando notas escritas)
- Siembra cizaña y suscita sospechas, divide para reinar mejor y puede provocar la ruptura de una pareja
- Sabe hacerse la víctima para que se le compadezca (enfermedad exagerada, entorno “difícil”, sobrecarga de trabajo, etc.)
- Hace caso omiso de las demandas (aun cuando dice ocuparse de ellas)
- Utiliza los principios morales de los demás para satisfacer sus necesidades (nociones de humanidad, caridad, racismo, “buena” o “mala” madre, etc.)
- Amenaza de forma encubierta o hace un chantaje abierto
- Cambia radicalmente de tema en el transcurso de una conversación
- Elude o rehuye las entrevistas y las reuniones
- Cuenta con la ignorancia de los demás y hace creer en su superioridad
- Miente
- Falsea los hechos para averiguar la verdad, deforma e interpreta.
- Es egocéntrico.
- Puede ser celoso aunque se trate de un pariente o con cónyuge.
- No soporta la crítica y niega la evidencia
- No tiene en cuenta los derechos, las necesidades y los deseos de los demás.
- Espera frecuentemente hasta el último momento para pedir, ordenar o hacer actuar a los demás.
- Su discurso parece lógico o coherente, cuando sus actitudes, sus actos o su forma de vivir responde al esquema opuesto.
- Utiliza halagos para gustarnos, nos hace regalos o tiene muchas atenciones con nosotros.
- Produce un estado de malestar o una sensación de falta de libertad (trampa).
- Es absolutamente eficaz para lograr sus propios fines, pero a costa de los demás.
- Nos induce a hacer cosas que probablemente no haríamos por voluntad propia.
- Es constantemente objeto de conversación entre personas que lo conocen, aunque no se encuentre presente
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