Sexo en la piel: ¿Cuánto importa el atractivo físico en la sexualidad?

Siempre nos han vendido la sexualidad y el placer sexual ligado a unos cuerpos de escándalo, delgados, atléticos, fibrosos... No voy a entrar mucho en el tema, pues es de sobra sabido que la publicidad, las películas, televisión, revistas, etc., utilizan el sexo y el atractivo físico para encandilarnos, y que esas imágenes crean un ideal de belleza irreal e inalcanzable para la mayoría.

Nos han hecho creer que tener una determinada apariencia nos hará más deseables, atractivos, que las relaciones sexuales serán mejores, que nuestra pareja disfrutará más sexualmente de nosotras, que el deseo de nuestra pareja por nosotras se mantendrá si nos mantenemos acordes al ideal de belleza imperante,que nos amarán más y mejor...

Ni que decir tiene que los ideales de belleza son modas que cambian con el tiempo y que no tienen ninguna base para que, de por si, sean más satisfactorios sexualmente. Está claro que, dado que vivimos inmersos en una sociedad, los valores e ideales de belleza hacen mella en nosotros y no somos inmunes a su encanto. Pero a la hora de la verdad, el físico importa... pero no tanto -de hecho, importa muy poco, mucho menos de lo que creemos.

El placer sexual no está NADA ligado al atractivo físico: la belleza física sólo influye en la sexualidad en tanto en cuanto nosotros le demos importancia y nos excite, pero no es un elemento que en sí mismo cause placer erótico. Visualmente puede excitarnos un cuerpo determinado, pero todos los cuerpos son capaces de sentir y proporcionar placer en la misma medida.

De igual modo, la atracción y deseo que podemos sentir por alguien tampoco está totalmente condicionada por el atractivo físico: la actitud, el encanto, la personalidad... suelen pesar más que un cuerpo escultural. Tampoco nuestra pareja nos deseará o nos querrá más y mejor por nuestro físico. Por muy atractiva que sea una persona físicamente, al final la rutina y la costumbre es más fuerte que un cuerpazo.

Con esto no queremos decir que el físico no sea importante y que no haya que cuidarlo: mantenerse en forma, cuidarnos y vernos bien es importante para sentirnos contentos con nosotros mismos, estar ágiles y disfrutar de nuestro cuerpo. Eso se transmite a las personas que nos rodean y a nuestras parejas. Pero lo importante es eso, la sensación de estar a gusto con nosotras mismas, de disfrutar de nuestro cuerpo, lo que nos hace personas atractivas, deseables y plenas sexualmente. Debemos cuidar de no intentar costreñirnos en los ideales de belleza irreales -y subreales- que nos intentan vender y ser nosotras mismas, únicas e irrepetibles... especiales.

En estos años dedicándome a la sexualidad he comprobado que, a la hora de la verdad, los gustos de la gente son mucho más variados de lo que pensamos y que no se ciñen tanto al ideal de revista: mujeres a las que no les gustan los hombres musculados, hombres a los que no les gustan las mujeres con la piel bronceada, hombres a los que no les gustan las chicas delgadas, chicas a las que les gustan los chicos bajitos, chicos a los que no les gustan las mujeres muy arregladas, hombres a los que les gustan las mujeres con el culo grande...

Por supuesto, ¡luego están los valores de cada uno! Una persona que valore muchísimo la apariencia externa o el qué dirán preferirá y elegirá en mayor medida parejas que satisfagan esos requisitos e, incluso, puede que se excite y disfrute más con ese tipo de pareja. Pero incluso personas con este tipo de valores, al final, tanto a nivel sentimental como sexual pueden verse frustrados al comprobar que esa persona tan buenorra no les satisface.

Ana Lombardía.

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