La
sexualidad es un concepto muy amplio, más de lo que se suele pensar
generalmente. La sexualidad no es únicamente lo que ocurre en la cama,
entre las sábanas. Ni siquiera es únicamente la parte que ocurre cuando estamos
desnudos. Es el coito, el sexo oral, el anal, la masturbación, los besos, las
caricias, los preliminares… Es eso… y mucho más. La
sexualidad también es la comunicación, las risas, las miradas, la intimidad, la
seducción, la complicidad con la pareja... Eso sucede en la cama, pero
también antes y después de meternos en la cama.
Lo que
sucede antes y después no es algo separado de la sexualidad, sino
una parte igual de importante que el resto. Es más: lo que sucede antes
y después influye directa y claramente en la calidad
y en la satisfacción del encuentro sexual. La complicidad, la seducción, la
conversación y las miradas de antes nos hacen sentirnos a gusto,
relajados y excitados y, por tanto, en mejor disposición de disfrutar del sexo
propiamente dicho. Por otro lado, lo que ocurre después (igual que en el
antes, besos, caricias, miradas, complicidad, risas, charla…) nos hace
sentir cercanía con nuestra pareja, nos hace sentir bien, queridos,
respetados, cuidados…
Este antes
y después forma parte de la sexualidad de todos los individuos,
incluso cuando el encuentro sexual no se produzca entre una pareja estable
propiamente dicha o no exista amor entre las personas implicadas. Para
que el antes y el después de dos personas que mantienen
relaciones sexuales sin que haya amor entre ellas tienen que existir
otros componentes como el cariño, la admiración, la confianza, la amistad y/o el respeto
mutuo.
El antes
y el después no tienen la misma importancia para cada persona:
para algunas personas es menos importante que el acto sexual en sí, para otras
tiene la misma importancia y, para otras, es la parte más importante de todas. Cuando el
antes y el después no se producen o no
tienen la calidad y/o duración esperadas puede haber consecuencias para las
personas del encuentro sexual: muchas dicen sentirse vacías, solas e,
incluso, utilizadas. Esto dependerá, como acabamos de decir, de la importancia
que le de cada una/o al antes y el después y como se ajuste lo
sucedido a lo que se esperaba.
En este
escrito hemos utilizado, para entendernos, las expresiones antes y después,
pero queremos recalcar que forman una parte inseparable de la sexualidad y que,
aunque la forma de manifestarse sea diferente, no deben considerarse algo
separado.
Ana Lombardía.
Ana Lombardía.
Entrada relacionada: Rollos de una noche
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